¿Cómo quieres que te recuerde?

     Si yo fuera tú, de entre todo, me gustaría que me recordaras así:  fui una persona agradecida.

Y es que hay ciertas personas con las que compartirás algo más que decir “buenos días” pero que finalmente saldrán  de tu vida, los motivos serán muy diversos.

Lo digo porque en este camino, el de la residencia, los encuentros y conocidos pasajeros serán muchos y, aunque solo unos pocos llegarán a ser más permanentes, el impacto de cada persona lo sufrirás en tus carnes y pondrán un ladrillo más en todo aquello que conforma tu ser, te los llevarás en tu cuerpo y en tu recuerdo. Formarán parte de ti.

Y tú también serás ese ladrillo en alguna otra persona, tenlo en cuenta.

Seamos sinceros, somos egoístas. Solo pensamos en nosotros mismos, nos importa y mucho que la gente se lleve en su boca un buen sabor, que le dejemos en su paladar algo que valga la pena saborear. Hay que actuar bien para que eso ocurra, pero ¿de verdad lo hacemos? Yo creo que no siempre.

¿Eres consciente de lo que significa que alguien te invite a un café o a comer? ¿A un viaje? ¿Eres consciente de lo que significa que alguien te cuente algo íntimo? ¿Alguien que te enseñe algo? ¿Que aprenda de ti? ¿Que te escuche? ¿Y un beso? ¿Sabes lo que significa que alguien quiera compartir un pedazo de su tiempo, de su vida contigo? Pensemos en ello porque estas experiencias compartidas dejan su reducto, te dejan una vivencia que se transforma en experiencia. Por ello hay que cuidar las relaciones a cualquier nivel: antes, durante y al finalizarlas. La buena impresión que se traduzca en agradable vivencia y si  termina, que termine siendo un buen recuerdo.

Si por algún caso algo ha de terminar, que sea así. Un maestro y su alumno, un adjunto y su residente, un jefe y sus trabajadores, unos amantes… Como la vida es finita, todo ha de acabar, pero hagamos que ese fin merezca la pena, despídete bien y para mí la mejor manera es dando gracias. Gracias por guiarme, gracias por atenderme, por curarme, por enseñarme, por mostrarme cosas nuevas, gracias por escucharme, por llorar conmigo, gracias por besarme tanto… Y eso hay decirlo, hay que dar la cara.

Así, debería quedar el sentimiento de gratitud por disfrutar de algo que mucha gente no puede. Somos unos afortunados. Para muestra, la gente que en nuestro hospital está enferma y se muere, que tiene minusvalías, hay gente que daría mucho por tener lo que tienes tú. Asume esto en tu manera de pensar, si valoras lo que te dan, comprenderás lo bonito que eso es y, de este modo, tú también harás lo mismo, terminarás por comprobar a gusto que se está creando un buen ambiente a tu alrededor. Aquella cursilada de que cuando das, recibes todo.

Gracias por tu tiempo.

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Residente de Radiodiagnóstico. H.R.U de Málaga. Avda. Carlos Haya s/n. 29010 Málaga.

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