Y yo con estos pelos.

     La indumentaria y el decoro laboral son cuestiones a tener en cuenta, para ello en el hospital tenemos nuestros pijamas, batas, zuecos y demás accesorios para la ocasión. Aquí, la verdad, la mayoría de los médicos no usamos mucho esta indumentaria, la mayoría nos limitamos a usar bata o parte de arriba del pijama y luego lo compaginamos con la ropa que traemos de casa. Vale que esto no es del todo higiénico, la ropa de fuera o pasearse con el pijama por ahí es fuente de infección para los pacientes, pero bueno… este no es el motivo de mi post, es el siguiente: ¿Qué ocurre cuando las pintas que maneja el medicucho en cuestión no se adecúa a lo que los compañeros o la gente en general consideran apropiado llevar?

Llevo dos piercings, uno en el lóbulo de la oreja izquierda y otro en el trago de la oreja derecha, suelo llevar el pelo despeindado con cera, pantalones del rollo surfero de pegatina, que lo más seguro es que se me caigan levemente porque no tengo el culo más respingón del hospital o porque me molesta llevar muy ajustado el cinturón; y a veces voy en monopatín al curro – un Longboard para ser más preciso -.  Aunque es cada vez menos frecuente, aún hay gente a la que esto le puede molestar.

En mi trabajo, como en el de todos, prejuzgar a alguien por la ropa o estilo es arriesgado, básicamente porque desconoces todo de esa persona. Da igual que la persona sea un gran trabajador y buen profesional, estudie mucho o poco, sea una persona sensible, amable, educada, le guste el padel o los canarios que cantan muy fuerte y muy bonito, aquí lo que importa son cosas tan banales como llevar un piercing en la nariz. Ahora, si vas con camisa al hospital o con traje a la comida de bienvenida del colegio de médicos es distinto, ahí sí que vas como es debido. Da igual que te gusten más los trajes que a los de la trama Gurtel, que mantengas más el protocolo que Urdangarín y la querida Infanta, presuntos delicuentes y estafadores; o que seas más señorito y robes más dinero que todos los banqueros cuando hacían firmar a disminuidos mentales y jubilados analfabetos con la huella dactilar supuestas preferentes, que fueron finalmente estafas. Aquí lo importante es que la fachada luce bien, aunque por dentro estés podrido.

Que me valoren por mi trabajo, por mi educación y por el trato que les doy a los demás. Creo que es lo correcto y en la medida de lo posible, deberíamos intentar afrontar nuestra cultura y ser más sustanciales, de otro modo, solo reflejaríamos ser meros vacíos existenciales. Que a todos nos llame la atención el que habla con fundamento, el que trata a los demás bien y bonito, el que enamora con la inteligencia. Puede que salgamos todos mejor parados.


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