Es un riesgo innecesario…

Es un riesgo innecesario…

Me lo repito una y otra vez mientras voy subiendo en una avioneta que parece hecha de papel, de juguete; porque pareciera que te la venden por fascículos y que cada uno pudiera hacerse una igual en casa. Mi madre… mi madre por supuesto no sabe donde estoy, porque si se entera, a la pobre le da un infarto. Y yo mientras observando el paisaje de Lagos, en el Algarve portugués, desde el aire. Encantado de volver a verte.

Estos tipos han hecho esto mil veces, 5800 y pico concretamente el tipo que llevo a la espalda… Los instructores parecen gente que sube al cielo como quien va a comprar el pan, está todo controlado, todo es simplemente rutina surgida de la transformación de una situación de riesgo la cual ha sido domada por expertos, pero las catástrofes ocurren. Ejemplos muchos: el accidente del Challenger de la NASA, el Concord, el AVE de Galicia… ¡Joder! La NASA, ahí hay muchos expertos y mira… Creo que no es momento de pensar estas cosas… «Dos minutos y abrimos la puerta», se escucha.  ¿Y ahora qué?.. Con la puerta de la avioneta abierta, a más de tres mil metros, los pies apoyados en una plataforma minúscula, visualizando tamaño paisaje, el aire azotando con fuerza y el pago realizado… ¿te vas a echar atrás? Mira que te puedes morir… Es impresionante aguantar unos segundos ahí fuera viendo semejante altitud, son muchos metros hasta el suelo y ahora me da la risa, le sonrío a la cámara y con un salto mortal me precipito al vacío a 220 km/hora, 50s de caida libre, el pecho comprimido por la fuerza del aire y la sensación que no se puede explicar con palabras en mi cuerpo: estoy cayendo al vacío.

¿Así que esto es tirarse en paracaidas? Bueno, pues es una experiencia que recomiendo. Para mí, el pasar de una estructura sólida a la nada fue lo más novedoso. Normalmente saltas desde un trapolín, desde un muro, haciendo barranquismo, etc; y saboreas por unos instantes lo que es tener el cuerpo en el aire. Pero esto es distinto. Mi cuerpo es como una losa pesada que con una velocidad uniforme baja sin frenos. Es como si un tren expreso me estuviese empujando desde la espalda; la gravedad es una fuerza increible; la Tierra reclama lo que le pertenece. Y el paisaje que contemplo es enorme y más tremendo es ver como se acerca. Al final, pues sí, mi paracidas se abrió (afortunadamente) y disfruté tanto o más descendiendo y haciendo giros por el aire que con la caída libre. En general me gustó mucho todo y no quiero añadir mucho más, porque las palabras en realidad desvirtúan lo vivido.

No sé el por qué ni el motivo por el cual nos arriesgamos a ponernos al límite, pero creo que estas cosas te hacen sentirte vivo. En realidad, lo mío no es una situación tan extrema, ya que no es tan peligrosa como una persona con riesgo inminente de muerte, pero algo hay. Tengo suerte de haberlo vivido y es un pequeño tachón en mi lista de cosas pendientes, una menos y como supongo que me gustó la experiencia, por eso la comparto, quizás a alguien le pueda interesar. Obviamente, es lo más destacable de mi semana, por eso es el post del domingo, aunque hoy sea lunes.

Jump to live!

DCIM100GOPRO

http://www.skydive-algarve.com

 

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Residente de Radiodiagnóstico. H.R.U de Málaga. Avda. Carlos Haya s/n. 29010 Málaga.

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