Cuando las cosas te van bien, es más dificil escribir. Supongo que por este medio, es de las letras, se descarga uno mejor, se liberan los pesares de tu persona, se centran las ideas en la cabeza. Os recomiendo a todos escribir y tener un blog.
Hablemos por tanto de las cosas buenas que hoy ya toca.
Hace año y pico empecé mi nuevo periplo profesional, lleno de incognitas y sueños, de temores y certezas. Por el camino vamos. ¿Cual ha sido una de los grandes acontecimientos que han sucedido? El descubrimiento de mis CoR, es decir, los que empezaron conmigo la residencia de radiodiagnóstico. Yo huyo del triunfalismo y de los mundos de Yupi, pero desde un incio conectamos bien y cada vez mejor. Llevamos escaso tiempo juntos, pero vamos poco a poco poniendo ladrillos a un proyecto común y que nos atañe a todos: hacernos inolvidables. ¿Cómo se llega a eso? Con armas tan poderosas como sutiles. Son la sencillez, el compañerismo, las muestras de interés, las buenas maneras, los consejos, el uso de la palabra para dirimir problemas, la franqueza… Hablo de la preocupación sincera por el compañero.
Y así se forjan los amigos, a fuego lento y llegando hasta el fondo, aguantando el tirón, porque para tomar cervezas, salir de fiesta y echar polvos estamos todos siempre muy predispuestos. Ahora bien, para sacrificarse por el descubrimiento de una persona, por la conexión sincera, la ayuda mútua o la atención a los problemas… ahí hay mucha desbandada. Ahora hablo de desertores de valores, amantes del escaparate, miedosos egoistas. «JI-JI y JA-JA», poco más y a otra cosa mariposa.
Chicos, de repente nos cruzamos. Seguimos en la lucha, yo encantado de toparme con vosotros.
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