Hace poco mandé al congreso Nacional de Bilbao una charla en la que quería hablar de mi pequeña experiencia con un blog de Radiología, charla que por supuesto fue rechazada y que lamenté, pues puedo decir por experiencia que es una herramienta muy útil para nuestra formación y que al mismo tiempo es de gran utilidad para cualquiera que no solo tenga la intención de aportar conocimiento, sino también para ofrecer un espacio que sirva de ayuda o como canal para mostrar pensamientos que pudieran alternar con los clichés habituales que todos vivimos durante la residencia. Básicamente es una buena herramienta para compartir y econtrarse.
A Radiodiagnosticando con mi foto de portada tan sugerente, lo empecé por muchos motivos y, aunque puede que no renuncie a mi pequeña cuota de ego particular, afirmo con rotundidad que en lo último que pensaba cuando inicié este proyectito, era en ganar fama y ser el centro de atención de nada. Así que podría gastar las líneas justificándome y por supuesto no lo haré, no vale la pena. Prefiero fijarme en gente como Ai Weiwei y humildemente imitarlos a pesar de las burlas.
Esto me sirve para empatar con lo siguiente.
Y es que si la fachada y las apariencias están en boga, en el hospital la tendencia también sigue la línea general. Las relaciones interesadas y las ganas de caer bien en aras de un propósito secundario, asientan y mucho en las ganas que tiene el personal (de manera más o menos consciente) de que alguien venga y le lama los huevos o le meta la lengua en el culo con mayor o menor profundidad. Expresándome bien, al peloteo y al ensalzamiento del ego es a lo que me refiero. Porque nos encanta que nos digan lo bueno que somos, lo bonito que nos queda el diagnóstico o lo guapito de cara que lucimos, ahí nuestro rostro reluce de satifacción. Otra cosa es cuando viene fulanito trayendo ciencia, que no cafés, para discutir lo que hacemos. O si simplemente no entra al juego. Ahí el cantar es otro. Y cuidadito algunas veces con ese cantar muchachos.
Pienso que en el entorno laboral hay gente con muchas ganas de que le aplaudan y hay trepas con mucha capacidad para trepar que saben sacar partido de ello. Los unos y los otros no me interesan tanto como los compis de verdad y los daños colaterales que sufren los que no se prestan al juego. Recuerdo a un profesor de la facultad que en una clase nos dijo: ¿Pero por qué cojones estáis tan nerviosos? Aquí no tenéis que temer nada, aquí tenéis que relajaros y disfrutar, que la competencia de verdad empieza ahí fuera, desde la residencia, donde hay lameculos profesionales y gente que se introduce lo que haga falta para conseguir lo que sea» Ahora veo que razón no le faltaba.
¿Que tipo de relaciones queremos con los demás? ¿Qué tipo de persona queremos a nuestro lado? ¿Quién nos va a sujetar en nuestros proyectos de vida?
Se me ocurre terminar así:
«La fama, que por su dulce voz encanta a los orgullosos mortales y parece tan bella, no es más que un eco, un sueño, ¿qué digo?, la sombra de un sueño que se disipa y se desvance al menor viento» – Tasso.
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