Esto es un español oriundo de Cantabria, un argentino españolizado y un kurdo que se montan en un autobús en el desierto y comienzan un viaje y…… y hasta aquí puede parecer un chiste, pero en realidad refleja lo que fue mi viaje por Irán: un periplo por la empatía del ser humano, porque allí conocí y conecté con mucha gente.
Siempre digo que, aunque con minúsculas, me considero antes viajero que turista. No me gusta ese turisteo planificado de autobuses, manada y guías que se mueven al unísono por monumentos, plazas, museos, bares y restaurantes armados con potentes cámaras de fotos coleccionado lugares cuales fichas o sellos. Yo lo llamo turismo de astronauta: bajas del autobus cual nave espacial, aterrizas en el lugar de turno, se explora, se toma muestras y vuelta. Hay que decir que lo mejor de un viaje son sin duda las experiencias con la gente que conoces, el resto se te va a olvidar más o menos, pero lo que sentiste con las personas, se queda adentro de ti y te moldea. Y para eso lo mejor es viajar solo y sin planes rígidos. Este es el primer prejucio a superar, luego vendrán familiares y parejitas. Afortunadamente quienes me acompañan no tienen esas telarañas mentales que oprimen, crean frustraciones y matan sueños, como por ejemplo esa que dice «si tu pareja no viaja contigo es porque no te quiere» o la de «si vas, matarás a tu madre de un disgusto».
Este año tocó Irán, un país con muchos aspectos a mejorar ya que hace sufrir a su población, el dogmatismo religioso es un ejemplo. Ahora bien, en el imaginario popular , Irán figura como eje del mal, territorio de fanáticos islámicos, terrorismo, mujeres maltradas, financistas de partidos políticos «con gente mala». La política internacional y los intereses de las estados son a veces algo lamentable. Juegan a un juego que solo benefician a unos pocos y dañan a muchísmimas personas que nada tienen que ver con ello y que viven preocupados por quehaceres más corrientes, como los tuyos y los míos. La gente común son el daño colateral del egoísmo y la hipocresía de los estados. Que salgan políticuchos como los del PP con su discurso de asusta viejas, tergiversando y llenando de miedo a la población es lamentable. El cazurrismo ese que nos define, digo yo que algún día tendremos que empezar a arreglarlo y vociferarlo también en el congreso ¿no? Como si España no fuese una gran opresora internacional, como si no tuviese el culo vendido a dictaduras internacionales. Todos los que piensan que Irán es un país peligroso solo apto para ser visitado por locos, aquí tienen una respuesta: No saben cuan equivocados están. Si bien es cierto que Irán es otra tierra donde impera el destructivo concepto de la religión, donde los absurdos velos son la menor muestra, y la opresión hacia los opositores políticos es fuerte, existe otra faceta fascinante y que merece la pena descubrir: es un centro cultural, es Persia, es Dario, es Persepolis, es Desierto, son sus bazares, etc… Son sus poetas, de los que sienten muy orgullos y de los que no faltan libros con versos y metáforas que moldean la cultura y comportamiento de muchos iraníes.
“Ven, ven, quien quiera que seas.
Vagabundo, adorador, amante del abandono.
No importa.
La nuestra no es una caravana de desesperación.
La nuestra es una caravana de esperanza, perdón y olvido.
Ven, aún si has quebrado tu voto cientos de veces.
Ven, otra vez, ven, ven.”
– Rumi
Porque esta tierra es acogedora, dónde constantemente te preguntan de dónde eres, qué piensas de Irán y donde te agredecen la visita y te piden por favor que cuando regreses a tu lugar de origen, cuentes a todos las cosas buenas del país para ayudar a cambiar la mala publicidad que lo golpea. Traigo el móvil con muchos telefonos de gente, que lo unico que hizo de intimo conmigo es venderme un bocadillo. Me traigo vivencias y narraciones en primera pesona de empleados, taxistas, de chicos que estudiaron una carrera y no encuentran trabajo, de abogadas, de una jueza, de empresarios, de refugiados iraquíes y afganos, de líderes religiosos, de jóvenes que me contaron como son sus fiestas y su ocio y me explicaron que hacen para vencer toda la censura que les imponen, de mujeres que poco a poco consiguen más derechos. Gastaría muchas líneas escribiendo cosas que allí viví, pero lo que más me gustó fue la acogida que me dieron y la resistencia que oponen muchos de los iraníes al dogmatismo religioso y la dictadura de estado para tratar de vivir su vida de la mejor manera posible.
Fue al volver a casa cuando descubrí porqué me gusto tanto el viaje. La empatía entre personas es el reflejo del periplo humano a lo largo de la historia e Irán es eso, empatía. Para poder sentirse afortunado por conocer a otra persona, hacer tuyos sus deseos, sus penas, su existencia al fin y al cabo, hace falta darse cuenta de la brevedad de la vida, de la mortalidad. Como dice Rifkin:
«Sentir empatía por otro ser significa reconocer que su vida es tan única e irrepetible como la nuestra, entender que cada uno de su momentos – al igual que los nuestros – son irreversibles e irrepetibles y que la vida es frágil, imperfecta y dificil – ya sea el periplo de un ser humano por la civilización ya sea el de un ciervo por los bosques». Para algunos esto puede sonar a utopía, pero se confunden ya que «ni en el cielo ni en la utopía hay necesidad de empatía, porque en estos ámbitos inmateriales no existen el dolor ni el sufrimiento, ni las flaquezas, ni los defectos: solo hay perfección e inmortalidad».
Así que para los que no queráis ir a Irán porque es un sitio peligroso, para las mujeres que critican la prisión del velo islámico pero no pueden salir sin maquillarse a la calle, para los que nos les gusta ver las necesidades del mundo y prefieren la burbuja de lo cotidiano y el hotel con pulsera, para los que no se quieran morir, os recomiendo con cariño un viaje de este tipo.
Gracias, Víctor!
Descubrí tu blog hoy mismo, casi por casualidad (buscando información sobre la residencia en Suiza) y la historia personal que has ido dejando por escrito en este blog simplemente me ha atrapado.
Me alegro enormemente de que hayas dado con aquello que te hace feliz; presentarse al MIR de nuevo tras haber probado suerte fuera, y seguir sacando fuerzas para volver a intentarlo una tercera vez, es de valientes. Esa tenacidad me ha parecido la patada más fuerte que se le puede dar a la rigidez mental de muchos y al miedo al «»fracaso»» de otros.
Y no hablemos del viaje que describes a Irán… Los prejuicios y los falsos estereotipos se rompen viajando, y tus palabras han despertado mi interés por conocer ese país
del que, ahora lo sé, no conozco absolutamente nada.
Por cierto, yo también estoy luchando contra los elementos, soy alumna de 6º Medicina en Granada. Me ha encantado descubrir que hay (futuros) compañeros como tú con los que coincido en tantas reflexiones sobre la carrera, la especialidad, lo vital que es conocer gente, y hasta en la forma en la que se debería viajar siempre.
Gracias de nuevo por compartir estas vivencias. Tienes una nueva seguidora.
Un abrazo
Regina
Muchas gracias por tus palabras, de verdad. Las cosas que he hecho son muy humildes, pero creo que hay que intentar vencer el miedo para llevar a cabo los proyectos que nos interesan y eso a veces choca con lo establecido o con lo mas conveniente y formal. Te animo a seguir luchando por tus proyectos, se hace camino al andar y pase lo que pase sigue buscando aquello que te guste. Un abrazo compi.